Algo menos cada día es lo que sabemos los unos de los otros. Apenas unos milímetros es la longitud de ese algo. Algo menos que al ser tan poco, no llega a alarmarte. Algo tan nimio, tan poca cosa, que para qué preocuparse. Cuando lo conocí le gustaba viajar, me decía una amiga. Cuando lo conocí nos compartíamos. Y viajábamos. Viajábamos juntos, incluso en el sofá deshilachado, porque a él también le gustaba. Pero eso fue antes de estas cuatro palabras: Algo menos cada día.
¿Y desde cuándo no viajáis? Hace años. ¿Hace años? Sí ¿Años? Sí. ¿Pero no le gustaba viajar? Le gustaba. ¿Y ya no le gusta? Ya no. ¿Desde cuándo?
Y entonces se da cuenta de que fue desde el inicio, desde ese «algo menos cada día» que no vio, que no vemos, hasta que nos descubrimos un día buscando enanitos por el jardín. Como locos.
(Pensamientos sobre ‘Nuestra historia’, de Pedro Ugarte)
Xenia García
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