Compañeros de distancias

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Pretendes permanecer perdido en la distancia,

disipado en un mundo ajeno sin contornos posibles,

sin límites,

volátil.

 

Entonces lanzo mis dedos y no consigo alcanzarte.

Desgarro el vacío sin alivio,

sin pausa,

sin convicción.

 

Los sentidos son entonces nuestra distancia. Y el lenguaje su cárcel.

Por eso ya no te miro.

 

Vivo de tu metáfora recreándome en ella.

Y al igual que siento cómo me construyes desde lo alto,

cómo me acaricias sin rozarme,

cómo me guías sin conocer mi destino

yo voy dibujándote a cada paso mientras me acerco.

 

Pinto tu sonrisa y tu mirada,

pero nunca esa falsa apariencia punzante.

Corazón acorazado, coraza, desafiante.

 

Permanecerás encadenado a estériles distancias.

Porque jamás podré recordarte como tú eres,

sino como yo te creé en mi camino.

En la imaginación ciega provocada por aquel punto sin retorno.

@XeniaGD

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6 comentarios

  1. «Corazón acorazado, coraza desafiante…»

    Hermoso, querida Xenia.

    Y es verdad que en la distancia quien amamos es como nuestros sentidos mandan, como vista memoria dicta. No son lo que , sino lo que nosotros hacemos que sean, lo que recordamos que fueron o lo que deseamos que fueran… En la distancia sustituimos su ser real y ya no existen en sí mismos, se convierten en entelequias…

    • Precioso, Ricardo.

      La distancia, tanto física como anímica, no hace sino enmascarar las relaciones y los sentimientos. Lástima que muchas veces nos demos cuenta cuando los caminos se han separado tanto que es imposible cualquier retorno.

      Una preguntita…. ¿no escribes en ningún blog? 🙂

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