El planazo padre

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El PADRE de mi casa esgrime todas sus letras en mayúsculas y durante cada minuto del año. Exhuma paciencia por los rincones olvidados del ajetreo diario. Construye fantasías sobre las utopías de mis hijos cimentando una realidad con flecos de ensueño.

El PADRE de mi casa vuela de la mano con sus niños y los suelta de tanto en tanto para que revoloteen a su antojo. Pero siempre regresa con ellos entrando por la ventana de mi dormitorio. Durante el viaje, les susurra con palabras. Con risas. Con preguntas. Con besos. Con lágrimas. Con deseos.

Paseo por el centro viendo corazones de gomaespuma en escaparates que crean nuevas necesidades para los inéditos padres. Una corbata, un perfume, aquella trilogía que siempre quiso poseer, una funda para el Kindle que le ayude a recordar cuando se vea reflejado en la oscuridad de su pantalla que es eso. Padre.

Parece que la celebración de este día en España fuera hijo de la discriminación, hermano de la desigualdad en los roles de la crianza y abuelo del consumismo.

En 1948, una maestra de Madrid -Manuela- decidió celebrar en su escuela una fiesta para agasajar a los celosos progenitores de sus alumnas. Ellos querían reclamar su lugar. No con una distribución de responsabilidades y tareas en la crianza de sus hijos, sino con un día que los homenajeara. Que no era posible ni concebible que en los años 50 existiera el Día de la Madre (cuyos orígenes se remontan a la antigua Grecia) y no el del padre.

Aquella primera vez en honor a los progenitores, no podía estar exenta de una misa, alabanzas, lisonjas, adulaciones y entrega de obsequios elaborados manualmente por las niñas (que no por niños, no vayamos a amanerarlos) aderezado con bailes y poesía. Al parecer, las convicciones religiosas de Manuela la llevaron a elegir el día de San José para cerrar el círculo.

“Nely” (seudónimo literario que usaba) contó la historia del Día del padre tres años después en una entrevista en el programa «Última hora de actualidad» de Radio Nacional, donde alcanzó trascendencia.

Además de los medios de comunicación de la época, Manuela tuvo como arma propagandística al empresario y entonces director gerente de Galerías Preciados, José Fernández Rodríguez, quien en 1953 difundió la idea con una campaña en prensa y radio. Obviamente, viendo las posibilidades económicas que arroja la soberbia y altanería humana, se sumó a esta iniciativa la competencia. En concreto, Ramón Areces, director gerente de El Corte Inglés.

El PADRE de mi casa no comparte las convicciones religiosas de Manuela. Tampoco requiere de medios de comunicación comprados ni campañas pagadas. No necesita reclamar un homenaje que celebre su realidad. No usa corbatas ni sombreros y siente un profundo rechazo por ese modelo anglosajón de grandes almacenes que pervierte las celebraciones y crea realidades paralelas siempre que den beneficios.

Tampoco necesita celebrar el día con un planazo padre.

El PADRE de mi casa no asume paternidades de segunda. Porque él, se supo padre prácticamente el día que conoció a mi hijo de dos años y acabaron entrelazados rodando por el suelo. Se reconoció en las líneas rosadas del predictor y creció con mi embarazo,  compartiendo largas caminatas, estando en las clases de preparación al parto y bebiendo a sorbos del mismo botellín 0,0.

Ser padre es también compartir responsabilidades, luchando contra una sociedad machista que impone un techo de cristal exclusivamente para mujeres. Como si la maternidad sólo se escribiera con M de mujer. Y para escribirla con P tuvieran que hacer alarde de “la cosa genital”, casi con reminiscencias freudianas. Celebra el planazo padre comiéndote una pizza con dos huevos. Con dos huevos.

El PADRE de mi casa fue objeto de parodias en ciertos niveles de su ámbito profesional cuando solicitó su excedencia por cuidado de hijos. Fue testigo de miradas de resquemor y envidias en femenino hacia mi persona. Es castigado por cogerse una reducción de jornada para no perderse los primeros pasos de sus hijos en este mundo. Para llevarlos también al pediatra,  recogerlos del colegio,  pasar una tarde en los columpios. Para que no solo aprendan con el todopoderoso mando a distancia quién es Dora Exploradora y sepan de todas las personas que contribuyeron a hacer de este mundo un lugar habitable. Seguro que es un calzonazos.  Un padre que ejerce. Un padre que lucha por disfrutar de un derecho que muchos tienen pero que prefieren dejar a sus  mujeres. ¡Ahhhhh!  ¡Si yo pudiera! ¡Si mi jefe lo entendiera! Pero es que después la carrera profesional no se recupera. Te estigmatizan. No es que yo no quiera.  Es que no puedo.  Y a las mujeres….  bueno…. a las mujeres no les importa renunciar a su vida profesional por el bien de los niños.

Cuando los padres españoles comiencen a reclamar y hacer uso de los mismos derechos, quizás la conciliación deje de tratarse como un problema que atañe únicamente a las mujeres. Quizás entonces los empresarios dejen de preguntarnos en las entrevistas de trabajo si tenemos ya hijos o cuándo pensamos tenerlos; quizás entonces los colegas de trabajo dejen de mirarte sin verte porque has decidido disfrutar de tu hora de lactancia como si fuera un atentado directo a la productividad de este país.

Mientras tanto, el PADRE de mi casa camina cada 19 de marzo huyendo de las luces fluorescentes de los grandes almacenes, sin percatarse de que en realidad, los que estamos de celebración somos nosotros.

@XeniaGD

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4 comentarios

  1. Xenia como siempre tienes la habilidad de hacer que tus palabras me lleguen al corazon…no se si es que este embarazo me tiene sensiblera pero me he hartado de llorar con lo bonito que escribes y las cosas tan bonitas que le dedicas a becerra. Enhorabuena por este don que tienes y enhorabuena a tu marido por tenerte a su lado pensando como piensas y siendo como eres.

    • Muchas gracias, Caro. Y ánimo con las hormonas 🙂 Disfruta mucho del embarazo que luego ya no vuelve. Y bueno, las cosas buenas hay que decirlas, que si no la rutina y el cansancio nos come…

    • ¡Gracias Eduardo! Siempre fue reflexiva y laboriosa. Yo creo que comenzó en los primeros exámenes del cole, cuando fui consciente de que mi memoria no era suficiente para superar algunas pruebas. Tuve que suplirla con el trabajo 😉 Cada uno juega con las cartas que le toca. Y sobre lo segundo…. para nada. Agradezco tus palabras, aunque con mucho sonrojo 🙂

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