Ana se despojó del reloj de pulsera que había vestido durante la última década y acarició con sus dedos las huellas del tiempo en su piel. Ya se irá con el sol, pensó. Pero no pudo evitar sentir de nuevo el abandono. Como si aquel reloj fuera el punto final definivo tantas veces pospuesto. Como si con ese reloj él volviera a aquel piso vacío de sentimientos para advertir que -ahora sí- todo había terminado.
Ana observó de nuevo su muñeca con la huella del fracaso antes de desvestir el regalo de aquel chico que había conocido. Un radiante reloj que amortajó la cicatriz que el anterior dejó en su sonrisa.
@XeniaGD
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