Yo era de las que me encadenaba al cable del teléfono fijo. Como estaba anclado en el pasillo, lograba deshacer los rizos tensando la cuerda y escondiéndome detrás de la puerta del baño, que era la más cercana.
Tenía conversaciones que duraban fácilmente 2 horas sobre cualquier cosa.
Con la cartas seguía un ritual similar. Quizás con un ápice más de ansiedad porque llegaban...