Premio al Blog Versátil ¡Gracias!

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Premio a la versatilidad bloguera

Hace ya unos años, un conocido (y respetado profesional) intentó enseñarme -con mucha paciencia- la técnica del anclaje (1).

Para los que no estéis muy familiarizados con el término, un anclaje es cualquier representación (aunque sea interna) que provoca otra y nos hace revivir un estado, una asociación automática entre un estímulo y una respuesta emocional.

Por ejemplo, las primeras fragancias de azahar por las calles de Sevilla (2), que a mí me transportan a mi primavera quinceañera. O aquella canción de la verbena de un pueblo que te pone de los nervios, porque te hace rememorar aquellos momentos haciendo el trenecito con manos desconocidas rodeando tu cintura; ese perfume con el que te cruzas por la calle y te produce un pellizco en el estómago; el olor de la piel tras un día de playa. O escuchar las sirenas de la ambulancia y entrar en pánico al revivir una agresión. Porque nuestro alter ego también tiene sus anclajes negativos e inconscientes.

Un anclaje es como una puerta a un estado emocional deseado (a veces no tanto) y perpetuo. Es esa mano que nos permite aferrarnos, sin importar cómo de violento sea el temporal.

Alberto (el profesional-conocido) me ayudó a elegir mi anclaje para que me transmitiera seguridad, aplomo y confianza en situaciones conflictivas preñadas de falta de seguridad en mí misma: así elegí mi anclaje.

Exilia la modestia, me dijo. Piensa en cualquier situación que te hiciera sentir. No pensar en sentir, sino sentir encontrándose. Un instante que te haya regalado libertad. Te hiciera intrépida y majestuosa. Bonita en esencia. No como una belleza mil veces repetida, copiada de clichés.

Por supuesto, no me pude imaginar en ninguna situación similar. (3) Menos aún recordándome en mi adolescencia, toda larguirucha y plana como una tabla rasa mientras mis compañeras de pupitre dejaban entrever una tiranta del sujetador para marcar la diferencia.

Yo fui -en muchísimos aspectos – de las tardías.

La primera vez que un jurado me nominó por algo, mi melena sobrepasaba la longitud de mis piernas y ambas partes de mi cuerpo eran igual de lacias. Tendría unos 11 años y mi ánimo sólo se rizaba al bailar sevillanas y un pseudo-flamenco.

Pero al subir a un escenario, mi timidez se travestía de leona (4). Así que ese recuerdo fue mi anclaje durante mucho tiempo.

Con los años, los aplausos en un escenario dieron paso a la satisfacción por alguna mención literaria.

El reconocimiento del mérito, por diminuto que sea, ayuda indudablemente a aumentar la autoestima y motivación. Ambas sensaciones muy castigadas en una sociedad que pone el énfasis en el remordimiento y el castigo de todo aquello que hacemos mal. Y no sólo en el ámbito laboral o académico.

(5) Supongo que esos elogios a mis cuentos con apenas 13 años hizo que continuara escribiendo de tarde en tarde. Tendrían que transcurrir muchos años para que dejara olvidado el hábito de escribir diarios. Probablemente cuando me percaté de que era más interesante vivir la vida que contármela en papel. Así, sólo rescataba mi libreta cuando había exprimido en demasía algunos momentos. Entonces el hastío, la traición o el desamor trasnochado me servían de coartada.

(6) Una mención de un jurado en el que participó Camilo José Cela a un relato escrito con 15 años fue el impulso necesario para unos cuantos años más.

(7) Creo que dejé de escribir tras mi primer gran fracaso amoroso, autocastigándome con el silencio por no haber sido capaz de expresar con palabras y en el momento adecuado todo lo que sentía.

Tiempo después -mucho- llegó este blog, donde con apenas unos meses vividos, un tal J.H. me lanzó un comentario sospechoso en mi post sobre histerias, fiambreras y virguerías.

Un regalo para mí, que dada la temática del texto, creí que vendría de algún chiflado.

Sin embargo, fue un obsequio inesperado. Un agasajo de esos que hace que una coja la escalera, rebusque en el altillo un domingo por la tarde y alcance de nuevo sus zapatos de baile.

Decía:

“Disculpe la intromisión. Tengo encomendado dejar un comentario en este blog para otorgarle un premio de parte de Eduardo Martos. Él no puede hacerlo porque, con casi total probabilidad, sigue encerrado en el sótano donde lo dejé.

Reciba un cordial saludo, J.H.”

Así que -sin extenderme más- GRACIAS por esta nominación. Por hacer que rebusque de nuevo en escenarios ocultos y en anclajes ya innecesarios. Con tu permiso, Eduardo, me voy a celebrarlo.

Aquí dejo mis nominaciones. Por más que la realidad se empeña en hacerme sentir lo contrario, yo sigo encontrándome con personas -y profesionales- que merecen la pena:

Ahí van mis 15 nominados:

  1. Ellas tienen 30 y tantos (como yo)
  2. Padre en reducción, porque la conciliación también tiene género masculino, y sin embargo no abundan los valientes que hagan alarde de ello.
  3. Palabreando. Donde encontrarás palabras más allá de las palabras,  de una compañera de facultad a la que encontré hace relativamente poco en la blogosfera.
  4. Manola, para intentar que continúe con su magnífico proyecto:  y persevere encendiendo chispas, aunque como dice en su blog no sepa cómo presentarse o sugerirse.
  5. A Juan Esteban, porque la pasión mata y su ausencia te hace malvivir.
  6. Santiago Pérez, y su magnífico blog híbrido, por su versatilidad en los temas y enfoques.
  7. Serendipia, porque los tiempos están cambiando y hay que saber ver oportunidades en los accidentes y casualidades que pasan por nuestras vidas.
  8. Sobre I+D+i, cultura, innovación abierta y todo lo que rodea a su gestión, el blog de Juan Manuel Vilches, conector de ideas y conocimiento al que tuve la suerte de desvirtualizar este año.
  9. A Inma Carretero, porque afortunadamente hay personas a las que 140 caracteres le saben a poco.
  10. A Pablo Uceda, buenisímo profesional y mejor persona, te ayudará en lo que pueda. Sobre todo si le preguntas por patentes y marcas.
  11. Luis Suárez, por pensar fuera de los corsés establecidos y contagiarnos al resto
  12. El Tipómetro de Fran Barquilla, con otra forma de ver y medir los medios.
  13. Gominolas de Petróleo: La versatilidad, en estos días, también pasa por saber lo que dura un yogur, si es conveniente rellenar las botellas de agua, o cómo se hacen las salchichas.
  14. Relatoras: palabras, obras, talleres, movimientos, inquietudes y arte en femenino
  15. Comunicación, y otras chicas del montón. Un blog donde David Martínez Pradales habla de comunicación, periodismo, ciudadanía o lo que se tercie.

[box type=»info»] Si has recibido este premio, debes cumplir algunas normas para recogerlo:

1) Da las gracias al que te ha premiado y añade un enlace a su perfil o bitácora en tu entrada. 2) Comparte 7 cosas sobre ti. 3) Pásale el premio a 15 bitácoras que hayas descubierto recientemente y que disfrutes leyendo. 4) Avísalos para que sepan que les has dado el premio[/box]

@XeniaGD

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12 comentarios

    • Gracias a ti. Debo confesar que al principio pensé que el comentario venía de un loco. Luego leí el relato, y lo confirmé 😉
      Un abrazo.

  1. ¡Muchas gracias por incluir mi blog en tu lista! Como te comentaba ayer la iniciativa me ha gustado, es una buena forma de difundir algunos blogs y dinamizar un poco todo esto, pero no sé si me apuntaré a seguir la idea porque intento mantener una línea temática más o menos concreta. Eso sí, te lo agradezco muchísimo y le echaré un vistazo a los que recomiendas. Seguro que descubro unos cuantos interesantes 🙂

    • ¡De nada Juan! Y por supuesto, que recoger o no el premio es decisión de cada uno xP
      Mi enhorabuena por tu blog, con nominación y sin ella.

      Un abrazo.

  2. Gracias amiga! por encontrarte por estos lares y por este feed-back del que tanto nos hablaron en aquellos años. Cuán raro sonaba y qué fácil ahora. Un abrazo enorme y mi enhorabuena

    • ¡Gracias a ti! Sorpresas que te da la blogosfera 🙂
      Y sí. De vez en cuando se agradece saber que una escribe para alguien más que para sí misma. Me encanta tu blog.

      Un abrazo.

  3. Ahora que ya volví y aterricé de mi escapada, aprovecho para agradecerte el gesto… ¡menuda sorpresa! Es una satisfacción compartir reflexiones contigo.

    Muchos besos.
    Juan

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