Quien afirme que sólo escribe para sí mismo se engaña dos veces.
La primera, al renegar de un sueño. La segunda, al desoír las palabras de aliento de los que engullen las tuyas. Tanto una actitud como otra, creo, están causadas por un miedo atroz al fracaso, al ridículo o a las críticas.
En estos años me he dado cuenta de que, aún cuando pensaba que escupía palabras...