Porque tú me enseñaste lo inútil que es a veces preocuparse por los antojos del idioma.
Y aunque no captes todo su significado, despreocúpate. Usa la venda, mi venda, y no intentes descifrar mis palabras, ir más allá de ellas. No las mires, las traduzcas, ni las observes. Tan sólo siéntelas. Cierra los ojos y siente. No quieras ver letras donde hay emociones, no quieras formar sílabas donde hay sentimientos irreductibles y primitivos.
No pretendas mirar, porque las miradas son apariencias, y éstas disfrazan la realidad. De ahí quizás ese empeño de conocimiento y viaje que nos obliga a mirar incansablemente.
No. No mires mis palabras. porque entonces vivirás atrapado en ellas. También yo he dejado de mirarlas, para no caer en su juego de creación: sé que estoy siendo inventada por ellas, y no me resisto a dejarme inventar.
Pero no…. no pretendas leer mis palabras. Tan sólo acarícialas, siente su tacto y escucha cómo te hablan. Quizás ellas puedan contarte lo que yo no puedo.
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