La poda

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Hoy he acompañado a mi mujer a la peluquería. No es que me interese de repente por los estilos y modas de las melenas femeninas, pero hacemos veinte años de casados y a veces mostrar cierto interés por los asuntos del otro puede ayudar a reavivar la relación. Eso es lo que dice mi hijo, aunque qué sabrá él de relaciones ni fuegos adormilados. Lo cierto es que hace unos días que la noto inquieta y contestataria. No me espera para la cena cuando me retraso unos minutos y me reprende si me tomo más de un vaso de vino. Últimamente, incluso, quiere dormir en el otro lado de la cama alegando que lleva dos décadas descansando sobre el mismo costado y quiere volver a soñar. Habla de libertad y autonomía con una frecuencia preocupante. Y lee a todas horas.

«Esto lo arreglas con un buen regalo, Manolo» – me ha dicho mi amigo el tabernero.

Así que le he comprado un bono con tratamiento de belleza completo y corte de pelo en la peluquería de mi amigo Antonio. Hemos quedado en ofrecerle un té relajante. Así, mientras la chica le corta el pelo a mi señora, él le dará un repasito a las dos protuberancias que tiene en las escápulas. Comienzan a crecerle plumas de nuevo.

Xenia García
photo credit: Celeste via photopin cc

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