Hace tiempo que dejé de mirar las mil y una escenas repetidas en los medios sobre el primer día de clase de los niños españoles. Entre otras cosas, para que no ensucien mis ya no tan frondosos recuerdos de la infancia con manipulaciones mediáticas.
Yo era de las que no lloraba.
No lloraba porque mi madre, de profesión sus labores (que eran exlusivamente las nuestras) nos llevaba cada día de la mano.
No lloraba porque mientras desayunaba, escuchábamos en la radio de la cocina esos cuentos para niños.
Porque nunca supe lo que era el aula matinal a las 7 y media de la mañana.
Porque nunca necesité período de adaptación. Como si fuera la infancia la que necesitara adaptarse.
Porque cuando el timbre sonaba, la misma mano que me llevó, me alimentó y me ayudó a vestirme, no me llenaba el canasto y la fiambrera de prisas, temores y miedos.
Ayer fue el primer día de colegio de muchos niños españoles, y como cada año en septiembre, no necesito observar en vidas ajenas lo que ocurre en la propia.
Mis hijos, afortunadamente, no son de los que lloran.
Aunque su madre no siempre pueda llevarlos de la mano.
Aunque el desayuno lo tengan que engullir a golpe de minutos robados al sueño.
Aunque hayan tenido que madurar en ese aula matinal, donde a las 7 y media de la mañana, niños de todas las edades fingen convivir alrededor de una mesa impuesta por la tiranía del tiempo que les ha tocado vivir.
Aunque a veces tengan que permanecer en el comedor en nombre de esa conciliación laboral de la que tanto hacen alarde unos y otros.
19 comentarios
¡Ay, compañera! yo he llorado hoy cuando mi peque ha dicho «no me dejes solito en el cole nuevo, ¿vale?»
🙁 Lo sé, lo sé. A ver si entre todas las lágrimas conseguimos un día algo. Muchos besos y mucho ánimo, porque el futuro no pinta mejor que el presente.
Hola xenia. He llorado con tus palabras, al igual que esta semana dejando al pequeño sami en la guarde agarrado a mi camiseta mirandome con ojitos tristes… son tan pequeños!! Besos.
¡Hola Caro! Sí que son pequeñitos, pequeñitos….. ¡pero los hacemos tan adultos tan pronto! A ver si si un día de estos, buscamos un huequito y nos vemos.
Muchos besos a los 3!
Querida amiga, me he emocionado leyéndolo.
A Guillermo le faltan unas semanas para empezar la guarde, y lo veo
tan pequeñito!
Además tengo que dejar de darle el pecho durante esas horas
y aun no quiere el bibi con leche de fórmula, porque lo de la hora
de lactancia no sirve de mucho.
Espero que sigas regalándonos tus opiniones que, por otra parte,
nos obligan a reflexionar.
Un besote grande!
Aishhhhhh, Mª Pili! ¿Ya le toca la guarde? Cierto es que es totalmente inhumano…. menos mal que al final, a ellos le suele costar menos trabajo la adaptación que a nosotros.
Me encanta que te dejes caer por aquí. La redes sociales están muy bien para ciertos menesteres, pero este rincón lo estoy sintiendo como mi casa 🙂
No te digo que tenemos que vernos, porque es una ridiculez. Mejor te llamo y hablamos.
¡Muchos besitos!
Xenia es conmovedor…cuánto recuerdos. Uno de los que se me viene a la cabeza era la extrañeza que me producía en el cole, los niños y niñas que se quedaban en el comedor porque sus madres trabajaban…en mi clase eran poquísimos!!!!! 35 años después…cómo ha cambiado el asunto…
Pues sí….. pero no te estreses, que en tu estado no es aconsejable 😉
Es que a veces resulta más fácil contar cómo una se siente con palabras escritas ^_^
Preciosa reflexión… Mis hijos tampoco lloran, sin embargo mi lucha por los hijos de los demás que comparten el día a día con los míos, y cuyas carencias afectivas me salpican… han llevado a involucrarme de lleno en esta lucha por la conciliación, el equilibrio y un regreso a la «ética» del cuidado.
Muchas gracias, Catalina.
Me quedo con eso que dices. Cuánta razón tienes. Las carencias ajenas nos salpican y estamos equivocados cuando pensamos que el problema de la conciliación en este país es exclusivamente de las personas que tienen hijos.
Por cierto, me ha encantado tu blog. Ya tienes una nueva lectora 🙂
Hola Xenia!, como me siento identificada contigo. Tengo la suerte de que mis hijos son de los que no lloran y por suerte o por desgracia, estan acostumbrados desde que nacieron a nuestro horario. Creo que somos muchas las que nos sentimos así.
Gracias por comentar, Mónica. Cada vez somos más, por mucho que nos empecinemos en asegurar que no es ningún drama. Desde que nacen, son los niños los que deben adaptarse a nuestro horario y no al revés.
Sin ir más lejos, hace tan sólo un par de horas me ha llegado un comunicado de la guardería de mi hija pequeña. Amplían el horario de 7.30 de la mañana hasta las 8 de la noche, para favorecer -dicen- la conciliación.
Lamentablemente, nos quieren condenar a perdernos los mejores años de sus vidas.
Un abrazo.
Mi preciosa hija es de las que lloran. hoy ha sido su primer dia de »adaptación» con padres y a la que me perdía un poco de vista comenzaba a buscarme desesperada…veo muy negra la adaptación sin padres …pero que hago? Si no tengo a nadie de familia cerca q me la cuide las 3 horas q necesito. verguenza sobre las guarderias publicas q solo dan un dia de adaptación con padres..para que no lo pasen mal los nenes de los padres que no pueden asistir..y quien ha pensado en los hijos de los que aparcamos todo para acompañar su adaptación que es como deberia ser. hoy en la adaptación tenia el corazon encogido y me sentia muy culpable…y. lloro mientras escribo. mi preciosa niña va a sufrir por mi culpa..y no quiero quitarme ni un solo credito de ello..
Buenas noches. Te he dejado para el final, porque la verdad y lo más honesto es que no sé ni qué decirte. Es cierto que en el post he dicho que mis hijos no lloran. No he querido entrar en más detalles ni rascar en heridas pasadas. Pero mi hijo mayor, que ahora cumple 6 años, sí que lloraba. Y creéme. Sé cómo te sientes.
Tampoco por aquel entonces yo tenía a nadie de mi familia cerca. Cuando no hay más opciones, no las hay. No hay vuelta de hoja.
Aún ahora, a veces, se hace el fuerte. Y eso duele más. Porque finge por fuera estando mal por dentro. Y no tiene edad de eso.
Un abrazo.
[…] "CRITEO-300×250", 300, 250); 1 meneos Que no lloremos no quiere decir que conciliemos http://www.xeniagarcia.com/las-lagrimas-de-la-concilicacion/ por laforastera hace […]
Conciliacion, que palabra tan bonita y tan mal entendida…
Si hay algo bueno que puede tener estar en el paro es levantarme cada dia y acostarme cada dia a ritmo de Ramiro.
Que triste que esta sociedad no sepa nunca valorar la importancia de conciliar; es necesario para ellos, pero sobre todo para nuestras conciencias.
Me ha encantado tu reflexion Xenia, xq aunque aun no he tenido que pasar por ese momento imagino lo triste que debe ser.
Muchos besos guapa
¡Igualmente! Y qué alegría leerte por aquí. En realidad, qué alegría leeros a todas, y qué tristeza no ver aquí la preocupación de ningún hombre :S
¿Los hombres no concilian?
Ciertamente, la conciliación está mal entendida y comprendida. Disfruta mucho ahora que puedes y a ver si en una de estas conseguimos conocer a Ramiro, que por las fotos parece que tiene el carácter de su madre 🙂
Besitos
Un clásico: yo trabajo, mi señora no. La frase más escuchada en estos días es «!qué ganas tengo de que empecéis el colegio..!»
Me suena la cantinela, Ricardo XD
Estoy de aceudro con tu señora. Ser am@ de casa es una labor agotadora poco reconocida. Pero las jornadas escolares a los que sometemos a nuestros hijos (aula matinal, comedor, actividad extraescolar, que si idiomas, que si un poquito de deporte, etc., etc.) son terroríficas.
Todo en su justa medida 🙂